Diálogo de Biden y Putin: ¿”Krushchev en reversa” de la crisis de misiles en Cuba de 1962?

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Biden y Putin realizaron su segunda videollamada con tres semanas de diferencia para conseguir una salida diplomática a la grave crisis en Ucrania (https://bit.ly/3sNTHVi; https://bit.ly/3sX1jom) que está a punto de alcanzar los tintes dramáticos de aquellos 13 días de octubre de 1962 de la crisis de los misiles en Cuba en sus dos versiones (https://bit.ly/3Hs8sBj; https://bit.ly/3JKsklh).

En un enfoque geoestratégico tripolar, China ha guardado un impactante silencio sobre la videollamada –cuando está concentrada en los festejos del año nuevo occidental y en el discurso del mandarín Xi Jinping, donde destacó el alivio de la pobreza de más de 800 millones de chinos (https://bit.ly/3HwSmq9)–, mientras los usualmente cacofónicos multimedia de Estados Unidos se han mostrado exageradamente lacónicos (https://wapo.st/3zgGOEs; https://nyti.ms/3zdMOhi), en contraste con la generosidad de los multimedia rusos (https://bit.ly/3pK7ydr; https://bit.ly/32L5g4S).

Existió un acuerdo para realizar tres reuniones interconectadas: de Rusia con Estados Unidos en Ginebra (10/1/22), con la OTAN en Bruselas (12/1/22) y con la OSCE en Ginebra (13/1/22). El canciller ruso Sergey Lavrov (SL), en entrevista al muy influyente portal Sputnik (https://bit.ly/3HrDzgd), advirtió que Rusia se verá obligada a adoptar todas las medidas necesarias para asegurar un equilibrio estratégico. SL puntualizó que habrá una adecuada respuesta a cualquier provocación militar de Ucrania. Parece que hoy el Kremlin teme más a una nada hilarante provocadora aventura del presidente de Ucrania Zelensky, comediante (literal) de profesión (https://bit.ly/3JstqBX).

Emmanuel Grynszpan (EG), del rotativo Le Monde, muy cercano a la cancillería gala, aduce que Putin impuso su calendario a Joe Biden (https://bit.ly/3sPPL6A). EG divulga que Estados Unidos envió por primera vez en dos ocasiones consecutivas un avión de guerra electrónico (sic) y de espionaje Jstars arriba de Ucrania con el fin de recolectar datos de los movimientos del ejército ruso y llega hasta aseverar que Biden y Putin programaron reunirse el 10 de enero en Ginebra.

En su original hermenéutica sobre el comunicado del Kremlin, EG interpreta que Rusia obtuvo una concesión de Estados Unidos ya que Washington no tiene la intención de desplegar misiles en el territorio de Ucrania, lo cual contribuye a la anhelada desescalada.

EG juzga que la “percepción de la geopolítica, donde el mundo es dividido en esferas de influencia, domina hoy en el seno de la élite política rusa” que llevaría ipso facto a marginar a los europeos, cuando Putin y su círculo cercano consideran que Kiev perdió su soberanía y recibe órdenes de la embajada de Estados Unidos. ¿Y a poco no? EG rememora un extracto del indeleble artículo escrito por Putin en julio pasado: poco a poco, Ucrania es llevada a un juego geopolítico (sic) peligroso, cuyo objetivo es hacer de Ucrania una barrera entre Europa y Rusia, una anti-Rusia que nunca aceptaremos. EG puso en relieve una significativa frase de Yuri Ushakov, consejero del zar Vlady Putin, quien advirtió a su homólogo estadunidense que Rusia imitaría a Estados Unidos colocando misiles ofensivos cerca de sus fronteras.

¿Dónde sería?, ¿en Cuba, Venezuela o Nicaragua? A mi juicio, en un modelo de Krushchev en reversa de la crisis de los misiles en Cuba en 1962, dada la coyuntura presente, veo más factible el despliegue contraofensivo ruso en Nicaragua, que en Cuba y Venezuela.

Pero también la réplica ajedrecista de Putin se puede gestar simultáneamente en los tres países aludidos con el fin de obligar a Estados Unidos/OTAN a retirar sus misiles nucleares, de los casi 2 mil km de frontera de Ucrania con Rusia y a sólo cinco minutos de Moscú.

La crisis de los misiles en Cuba de 1962 fue sabiamente resuelta con el retiro de los misiles soviéticos por Nikita Krushchev a cambio del desmantelamiento de los misiles nucleares de Estados Unidos en Turquía, frontera hoy en el mar Negro de Ucrania y Rusia.

Lo mejor sería evitar llegar a una ominosa escalada que emule al modelo de Krushchev en reversa.